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la ciencia de la antropología
I. génesis antropológica regional
preámbulo
...tenemos un mapa genético del habla... vertiente del pasado de los mapas antiguos de lingüística originados en un hondo pretérito: el protomaya, fuente matriz.
No sabemos muchas cosas de nosotros mismos... pisando la tierra desconocemos cada metro de la topografía como de la demografía...
La educación pública impartida en las escuelas no alcanza, está mal programada; muchas de esas cosas no se aprenden; el infante tiene que conocerlas en su etapa adulta, casi siempre por su cuenta, de forma parcial, asistemática. No ha "mamado" de la gran enciclopedia local, no sabe ni siquiera que existe, mucho menos un dedo de su contenido. Por lo general los mentores desconocen datos de nuestra prehistoria; por cierto nunca recibieron una primicia; sin culpa ellos fueron parte del ciclo de la pobre educación, enseñanza e instrucción; miseria que prevalece: recitación de cosas extrañas y foráneas de relleno lectivo, lectura de ediciones bizarras, entretiempo, displicencia y desfile.
¡...los estudiantes no saben nada...! una simple frase que se vuelve un aforismo;. ignoran el reservorio de datos de su terruño. De ser afortunados, algunos lo sabrán de grandes. De todos modos, saber en adultez es un poco tarde, es algo tarde para comprender el papel que juegan en su calidad de matrices socioculturales y su dialéctica... es tarde para aprender; muy tarde para resolverse en su papel ciudadano... no puede... ha envejecido, es de dura cerviz, de psique agotada, está deshabilitado. No apto, sin tiempo ni fuerza para redimirse ante su nación en el papel de actor intuitivo proclive de soluciones. No posee ese algo que lo faculte, sin lo cual emergerá el palurdo que ha sabido ser, de siempre: mal hablado, ligeramente "informado" en vez de preparado... he ahí el inconsubstancial en las numerosas formas como se nos aparece en la arena, en sus distintos papeles de estudiante, mentor, profesional, funcionario, líder o gobernante.
...por consciencia para si;
por conciencia propia, inconsciencia, servidumbre, doblez, endeblez,
servilismo o puro pro-imperialismo, etcétera; en aspectos de dirección
del rumbo, por cierto, ni la propia universidad nacional es un consuelo, no contamos con ella en cuestión de potencia,
paraninfo gaseoso. Ni cursor ni conversor, mas bien oruga que
escorpión; víctima de sus propios y cotidianos disparates, desbocada en
auténtico desatino hacia la cuneta. ¿cómo podrá incorporarse, menos
reinvindicar a su pueblo, al cual se debe y al cual se consagra
aunque sea ilusorio, en letra, heraldo, escudo o bandera si permitió en
sus muros, paseos y corredores el mapa original partido... lo
vimos un día, hace mucho; algunos estudiantes
quedamos impactados... verlo, fue traumático... permanece hoy. Por
inverosímil que parezca al lector, la "casa magna" fue,
es "entreguista"... la primera en acoger tal dudosa bandera... quién
sabe por cuál designio... casualidad o error... no importa... su
"ejemplo" lo siguieron a la ciega el resto de universidades y no todas,
pero si muchas o la mayoría de instituciones que pugnan por un reconocimiento en aspectos de desarrollo, "soberanía", consciencia social, nacionalidad, etc.
albores de la antropología
Pionero de otro mundo
(fuentes: antropología de Guatemaya. Tesis: la antropología, la ciencia de Guatemala)
Juan
Galindo era un héroe desconocido. Adopta la nacionalidad en Guatemaya,
queda impactado por una nación que se le revela el lecho de la
civilización maya. Su comportamiento ciudadano es admirable, es de
personal compromiso, de denodado esfuerzo; sobresale su encomiable
búsqueda de apoyo, fuera, para los reclamos sobre los abusos de la “gran
bretaña”, etc. Perceptivamente dotado, genera rescates etnográficos de
Palenque y Copán. Sus cálculos son muy aproximados, dado el número de
ciudades mayas en “erupción”, emergiendo de la selva, formando el
relleno arquitectónico actual de cabo a rabo... el mapa: el acerico
donde no cabe un alfiler. Topoxte, Yaxhá, Utatlán, Palenque y Copán,
solo serán el ápice del glaciar.
De
pequeñas estructuras a la vista, advierte desde la densidad de la
jungla, lo que debimos corroborar más tarde a través de una mayor
ciencia, mayor maquinaria, tiempo y ciudades descubiertas.
A
la vista, rasgos de las estructuras de Palenque, a algunos les parecían
rasgos cristianos; del Río, teniendo dificultad para explicar la
estructura, adivinando, por su limitado conocimiento, caracteriza el
“palacio” una construcción durable, no obstante, burda y de
reminiscencia gótica. Determinadas figuras, le parecían representaciones
del “dios” de un pueblo supersticioso; otras, las asimilaría con
deidades romanas. Algunos “signos” que pudo observar, creyó que eran
influencia griega; el sol, la cruz, etcétera, los relaciona con
alegorías e idolatría; las decoraciones con menor pulimento, las juzga
propias del tosco e inculto estilo de sus artífices, lo cual no
sorprende pues conformaba la “media” de opinión muy española; por
cierto, de tono denigrante, que prevalecía respecto de las etnias mayas
locales, residentes a ese momento o de pretérito. Juan Galindo llega a
Palenque. En abril de 1831, de propia iniciativa, hace una travesía
exploratoria, rumbo oeste del Usumacinta.
Dicha
travesía constituye su sueño personal de revelar al mundo la gloria de
“América antigua”. Describe las principales estructuras, indica la
“orientación”, las medidas, delínea y dibuja planos y hace bosquejos de
una cantidad de decoraciones. Presta atención al estuco que es un
famoso atributo del sitio. Los jeroglifos, supone que son una forma de
escritura. A diferencia de del Río, respecto de aquellas figuras, cree
que conservan parecido con las etnias mayas locales, que trató y
conoció; concluye que son descendientes de aquellos quienes construyeron
las estructuras. Aunque su llegada a Palenque es después que otros, es
resonante. Llama la atención su estrenuidad*, con esta hipótesis muy de
su porte, que después la ciencia confirma.
En
enero de 1834, el gobierno provee los costos de una comisión a
Utatlán y Copán, para examinar evidencias físicas y hacer recuento
detallado de las estructuras precolombinas de la nación. Juan Galindo es
designado para la misión en Copán y en cinco meses presenta su reporte,
remarcando, no solo daños sino también el desmantelamiento y
dilapidación que exhibían los muros de fortificación y las demás
estructuras. Es competente para determinar las principales plazas y
edificios, registrar las principales características, extensión, bases,
plataformas; hacer excavaciones directas a tumbas, como otros
importantes descubrimientos, catalogados de interés por arqueólogos
futuros. Su reporte trascendió hondamente por su calidad original,
proveyó al público con la primera descripción del sitio. Además de
mostrar concienzudo análisis en detalle, es el primero en dibujar e
identificar jeroglifos.
Más
allá, exhibe aires científicos, al fijar similitudes y diferencias en
ambos sitios; a la vez, se advierte progreso de análisis de Palenque a
Copán. A decir de los críticos, sus hallazgos son expuestos con
fidelidad y honestidad. En “teoría de procedencia” del hombre
precolombino, incurre moderadamente, sin confeccionar deducciones
ligeras. Agudo y ágil sentido para atrapar la esencia. Casi
instintivamente, sobre la marcha, sintetiza metodológicamente: medidas,
descripción en detalle, dibujos e ilustraciones proveen los
fundamentales de examen y reporte. La metodología de rescate de campo
era inexistente o incipiente; hoy, persiste la dificultad en la lectura
de lienzos, murales e inscripciones; hay cosas sin culminar, aún en el
aparente avanzado nivel en que nos encontramos y cuando es menos densa
la cobertura vegetal.
Nace
en Dublín, Irlanda, en 1802; poco se conoce de su infancia, de su
educación e instrucción. Conocimientos del francés, habilidades de
dibujo, redacción que muestra más adelante, se deducen venir de una madre,
cuidadosamente instruida. Desembarca en el nuevo mundo en 1818, en una
expedición para la independencia de Chile; de ser cierto, tendría edad
de 16. Se cree más probable que viajara a Jamaica, donde su tío tenía un
cañal. Arriba
al país en 1827, su puesto de secretario y traductor en el consulado
británico, es evidencia de comprensión y preparación bilingüe,
probablemente, polilingüe. En virtud de su interés en la vida económica y
cultural de su patria adoptada, es empleado en la traducción de
libros para uso en Centro América por la Sociedad Económica de
Guatemaya, la cual a fines de 1830, lo hace miembro.
Brasseur
de Bourbourg, sostuvo que Galindo, poseía parte de los manuscritos de
Ximénez sobre los idiomas de algunas etnias mayas, lo que denotaba su
frenesí de estudio entre las dificultades que tuvo que sortear. Además
de los mencionados, también hizo reportes de geografía como de
lingüística, incluyendo bocetos, mapas y expresiones pictóricas de la
vida de Guatemaya. Sus investigaciones mencionadas, borran la afrenta de
barbarie que pesaba sobre el nuevo mundo; su etnografía, su esbozo
antropológico, fina visión y su gran espíritu de trabajo, son en
sobremanera. Merito suficiente, éxito etnográfico-científico, para
destacarlo el fundador de la Antropología de Guatemaya: pionero
ante otros “americanistas”; antes, mucho antes de los ulteriores avances
de los culturalistas estadounidenses de inicio del siglo XX… aunque
poco se conserva de sus trabajos, es el primer mayista. La antropología
de cuño local, en Palenque, Copán y en la “resurgida ciencia de
Galindo”, en ese preciso instante, tiene su primera piedra; de paso, sin
sospecharlo, él planta la semilla. Es quien despierta el interés del
mundo por la civilización maya, su prurito, su voz inapagable fue el
manifiesto para la exhortación del siglo XX, que hace aquí la meca de la
ciencia en todo el espectro de la antropología: materia prima y abasto
para el desarrollo de los estudios en variados campos de la antropología
y las áreas en derredor.
Se
identificó con los herederos de esta local civilización, de cuyo lado
estuvo, reconoció a fray Bartolomé de las Casas, su defensor. Hombre de
principios, se mantuvo inclaudicable, aún, ante el desdén de algunas
autoridades en temas soberanos, Belice, como tantos otros problemas
nacionales, lo cual sumado a su voluntad al servicio del nuevo mundo, su
aplomo ante el poder extranjero lo hacen un ciudadano de
auto-identificación como de auto-definición, de sentimiento continental,
del americano promedio, de global oposición y reserva ante las
potencias, a las cuales se miraba como aves de rapiña. Su lucha
patriótica ciento por ciento, de idealista, de “científico en cierne” es
truncada; lo persigue el imperio rapaz, moralmente lo destroza y aún se
levanta y persiste... era parte en la maniobra del oportunismo de
invasión.
Un
oportunismo imperante. Quién sabe, por qué designios campeó como bestia
sin amarre, convirtiéndose su piedra de tropiezo. Tiempo ha, vía el
robo maderero, la “gran bretaña” invade un punto cardinal de la
geografía, específicamente por el departamento de Belice.
Las
grandes personalidades son desconocidas por esa suerte que mueve el
mundo, donde los desocupados y los serviles velan en primera fila;
llevados por su natural inquina, acechan insidiosamente a los ocupados, a
manera de hado fastidioso. Estoico trabajador de gusto, se batió en
solitario ante la adversidad que lo persiguió como enjambre, víctima del
acoso, escarnio y difamación; quizá pueda descansar ahora… la
posteridad le restituye honra y renombre.
*valentía intelectual
°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°
alfabeto cultural
léxico antropológico
Nociones al día en antropología
Etnia (Antropología de Guatemaya p16)
Respecto del término "etnia", el epígrafe no es muy exacto; pues, no es "al día" esta noción. Viene desde hace más de medio siglo, cuando la antropología destierra de sus territorios teóricos el vocablo "raza", por su impropiedad científica, por consiguiente teórico-conceptual, etc. En un momento dicha impropiedad da lugar a divertidos síndromes en la esfera académica específica, sonando hilarante en personajes de la ciencia nacional, paradójico, cómico o descabellado; pareciéndole al que de veras es un serio estudioso: chiste e ironía. Sin embargo, en otros términos es un desastre que alcanza todo el XX y sigue hoy en lo educativo, aunque con menos porfía, habiendo estado en boca de maestros, docencia universitaria, asesores de instituciones, ministerios, etc.
“Etnia”
es un término noble, que llega a tiempo, gran sustituto en el léxico
de la ciencia social. La culpa en todo caso, fue el espíritu recopilador
de la "ilustración" antepuesto en el auge enciclopédico, diccionarios,
literatura; incluso, la sociología que cual plaga abre paso a
sus derivados: “racial”, “racismo” “racista”. Etnia, es la nueva
institución antropológica de corrección, relegando “raza” para otras
especies vivientes fuera de la familia de homo sapiens.
Su uso está descalificado, según hemos visto desde hace buen rato. Suponemos que no es tan significativo en el “hombre de la calle” o en "locutores", pues la radio es otra plaga sin control pero... si lo es en el profesional egresado de una Facultad. No se perdona entonces en abogados, médicos, psicólogos; siendo grave en practicantes de las ciencias sociales, arqueólogos e historiadores y quizá fatal en los mismos antropólogos. Es deliberado en una mayoría de indoctos profesionales liberales: cronistas, poetas, escritores, comentaristas, periodistas, etcétera; puesto que refleja un pésimo nivel de "su" educación e instrucción.
Su uso está descalificado, según hemos visto desde hace buen rato. Suponemos que no es tan significativo en el “hombre de la calle” o en "locutores", pues la radio es otra plaga sin control pero... si lo es en el profesional egresado de una Facultad. No se perdona entonces en abogados, médicos, psicólogos; siendo grave en practicantes de las ciencias sociales, arqueólogos e historiadores y quizá fatal en los mismos antropólogos. Es deliberado en una mayoría de indoctos profesionales liberales: cronistas, poetas, escritores, comentaristas, periodistas, etcétera; puesto que refleja un pésimo nivel de "su" educación e instrucción.
Mención
oportuna debe ser la ausencia de un instituto de la heurística o de
existir no se nota, por no tener la altura corresponsal, máxime en un
país muy "culto", calificado en la tesis del noventinueve (99):
"continente cultural", cuyo desarrollo se mide en milenios; por varios
siglos no ha necesitado de "redes" o de "publicidad" para venderse.
Empero, aún pecan grandes organismos o entidades locales e
internacionales, muchas veces celosas en ámbitos de humanismo,
filantropía, derechos humanos, etc.
Etnia,
es una sana adopción semántica, no ultraja como la de marras, de
general recitación; ni riñe, es más, es revisora del mismo humanismo,
que por alguna suerte, quizá por su difusión transoceánica, en América
no resuelve las cosas propias, tan naturales entre nosotros, por ser un
"mundo nuevo": distinto, diferente.
Acerca de la heurística de Maya o Guatemaya
Sino la mayoría, algunos "institutos" y centros de investigación en ciencias sociales, son superficiales o ligeros en ese hacer. Pobreza de fundamentos antropológicos, prevalece lo histórico que arroja una mezcla dudosa de culturalismo o folklorismo que incide en el academicismo empedernido imperante en la universidad nacional. En la ingenuidad caminaron muchos y famosos practicantes, como lo reza la tesis del noventinueve, almas oleaginosas, "angiospermas", militantes atareados, pervasivos en el hacer.
Si fueron, docencia, no escatimaron ánimo para remozar a sus pupilos con el mismo verbo; en cierto modo, los podemos indultar porque no sabían, renacuajos en su habitat, esclavos del limo, esclavos de la dependencia académica, extraviados en sus mismas marismas de aquello que tildamos: ingenuidad. Hijos del famoso indigenismo; otrora, aparentemente "moderno", a la luz del análisis, se refuta o refunde, estiba polvorienta, con facha de "movimiento" retrógrado; al parecer, hoy, más parece horóscopo de melancolia, paliativo de la grey de mentores e investigadores de ciencias ocultas; nostalgia también de algunos inversos. Campo de la ortodoxia, aventureros o caballeros de una cruzada que se partió, finta de sofistas, periodistas o escritores, inusitada tropa de estudiosos de intensión o aparato: fe, afición o afán de una tarea que quedó, por inercia, inconclusa.
Aunque emerge después del americanismo, tiene la fuerza de una centella: hoy aún mantiene "poseídos" a los practicantes, que cual mascotas domésticas son fieles a ese
patrón "famoso". Sin duda ha de haber sido un enfado, molesto o curioso para algun genio en su tiempo, observarlos rebotar en los postes cual catapultas, a la manera de insectos de
luces de aldea. La ignorancia es obediencia a la ciega, aunque no todos,
un gran número de investigadores aficionados o de "academia" se
aferran también a lo mismo como niguas contemporáneas. Debió
ser preclaro pero nace de “ingenuas nociones”, lleno de inocencia desde
la misma aceptación del término “indígena”, en lo cual no tuvieron
reparo académico, la ciencia ausente se quedó igual.
La lexicografía antropológica estuvo ausente en los talentos actuales. Es una lástima que el patojo, maya, mayense o guatemayense en la actualidad no desfrute de fino verbo, mas bien, se le niegue... es una miseria intelectual, académica, conceptual, teórica en fín o de cualquier tipo que se ocurra que la casa magna lo
permita o las otras de ser el caso. Es una tristeza que las "grandes
obras", en numerosos tomos, caros y de lujo exhiban una pobreza léxica en vez de lo egregio y de altura como corresponde a un "continente cultural" como éste, donde el patojo talentoso,
novato, reciente, de siglo, encuentre "eso" en las susodichas y
famosas colecciones de historia u otra especie del país, siempre de la
misma traza. Tales megacolecciones, pueden parecer al adolescente de
hoy, sumergido en la preservación ecológica, el derrumbe de nuestra
bendita fronda, propinada con la acostumbrada flema de amanuenses, calificado bajo el albedrío de su temprana escolaridad, cuánta biósfera supuso ese lote de desafortunados fardos.
El léxico, junto con la terminología son tomados a la ligera, desempeñándose muy bien en el papel de "parcheros", en vez de distinguidos obreros de la ciencia. Para muestra tan solo un botón entre decenas: el acientífico “raza” y sus desinencias: “racista, racismo, racial”, aún propalado por “grandes” organismos nacionales e internacionales, muchas veces ligados a la “recuperación” científica, progreso, cultura, etcétera. Lo malo, de todo ángulo censurable: que los científicos sociales de Guatemaya lo copiaron; (era muy patojo, recuerdo; "me caían mal" los copiones; peor, sentía repulsión por los imitadores; censuraba en silencio ese
enfeminamiento, lamentablemente presente también en mis mentores; luego en líderes, eruditos y otros talentos de mi patria, imitadores de lo foráneo; quizá, les venía muy grande inventar, crear o ser originales y auténticos) sin duda, sin capacidad; la imitación era excusa o su refugio; los diferentes son mentes de primer mundo en países de tercer mundo y viceversa.
Tantas naciones sudamericanas, de suyo permeables, dúctiles y totalmente susceptibles a los falsos y vanos vientos del norte, tampoco sirvieron para un inteligente consenso y desandar el camino de lo que constituyera en el nuevo mundo una flema conspiradora contra nuestra teoría social. Precisamente ese indigenismo se incuba en esas naciones, aquí lo copiaron los historiadores, lo adoptaron a la ciega, con dejo de arrobo e ingenuidad: Noval, Méndez, Martínez Peláez, Guzmán, Luján y los que vinieron después, en lo reciente; séquito de seguidores y fieles epígonos que suceden a los culturalistas estadounidenses, configurándolo poco o nada a lo local, siendo y persistiendo con porfía en figuras de postrimerías del siglo pasado.
El léxico, junto con la terminología son tomados a la ligera, desempeñándose muy bien en el papel de "parcheros", en vez de distinguidos obreros de la ciencia. Para muestra tan solo un botón entre decenas: el acientífico “raza” y sus desinencias: “racista, racismo, racial”, aún propalado por “grandes” organismos nacionales e internacionales, muchas veces ligados a la “recuperación” científica, progreso, cultura, etcétera. Lo malo, de todo ángulo censurable: que los científicos sociales de Guatemaya lo copiaron; (era muy patojo, recuerdo; "me caían mal" los copiones; peor, sentía repulsión por los imitadores; censuraba en silencio ese
enfeminamiento, lamentablemente presente también en mis mentores; luego en líderes, eruditos y otros talentos de mi patria, imitadores de lo foráneo; quizá, les venía muy grande inventar, crear o ser originales y auténticos) sin duda, sin capacidad; la imitación era excusa o su refugio; los diferentes son mentes de primer mundo en países de tercer mundo y viceversa.
Tantas naciones sudamericanas, de suyo permeables, dúctiles y totalmente susceptibles a los falsos y vanos vientos del norte, tampoco sirvieron para un inteligente consenso y desandar el camino de lo que constituyera en el nuevo mundo una flema conspiradora contra nuestra teoría social. Precisamente ese indigenismo se incuba en esas naciones, aquí lo copiaron los historiadores, lo adoptaron a la ciega, con dejo de arrobo e ingenuidad: Noval, Méndez, Martínez Peláez, Guzmán, Luján y los que vinieron después, en lo reciente; séquito de seguidores y fieles epígonos que suceden a los culturalistas estadounidenses, configurándolo poco o nada a lo local, siendo y persistiendo con porfía en figuras de postrimerías del siglo pasado.
Prevalece
un tintero que no se agota en los paraninfos, tal que los
“eruditos” parecen más, aficionados, porque son secuela de este vicio,
de ahí han sido versados, surgidos así, tal y tal "es" lo que de
ellos vino después en promociones de egresados, haciendo girar la rueda
del ciclo, en este caso no podemos evitar calificarlo: vicioso. La
“antropología de vanguardia”, desmantela esta práctica; la tesis de Oscar Lima,
al final de la década de los noventa entretela una nueva visión sobre
una nueva teoría. Las juventudes antropológicas actuales salpican a
las demás olas estudiantiles, destronando ese error de los libros del indigenismo,
quedando nada más en calidad de materia vieja para los “inversos”,
entumecidos desde los cincuenta o los setenta, pero en general yacen
sucios, obsoletos y fuera de la óptica del nuevo antropólogo, aún del
nuevo en la universidad, sea cual fuere su carrera.
El libro Antropología de Guatemaya
es una sorpresa de inicio de siglo, valiosa "escoba" con la cual las
nuevas generaciones se atrevan a barrer toda la escoria, todo este
sarro, todo este moho maloliente que nos ha denigrado desde hace mucho.
Este volumen es una faena laboriosa al servicio de los nuevos
estudiantes, científicos en cierne; amplía estos conceptos, puede
consultarse antes que vaya a la imprenta, antes de que se publique en
las redes en la “sala nacional” de la Biblioteca Luís Cardoza y Aragón,
en ciudad capital, centro metropolitano. Dirigido también a escolares,
estudiantes de todo nivel; profesionales de la antropología y de otras
ciencias sociales; como también de otras, afines o distintas, pero de
cierto modo localizadas en el contexto nacional.
Como originalmente se lee en sus primeros capítulos, este libro, es el alfabeto primigenio que hacía falta. Es nuestro alfabeto cultural, más importante que los alfabetos que aprendimos en el método formal: la cartilla e incluso aquella analecta
apolillada de la docencia universitaria. Es la esencia; además de
despertar nuevas inquietudes en los estudiantes, abre opciones de
pensamiento, en el camino de concebir el verdadero logos de sus
naciones. En nuestro caso, nos auxilia para descifrar la civilización
que somos, que solíamos o que fuimos allende el recóndito pretérito.
Sienta las primicias fundamentales de pensamientos sociales
antropológicos de otras naciones americanas, las cuales contienen
inestimables e incuestionables reservas de riqueza étnico-cultural.
Contexto local o nacional*
Si hay una plusvalía de las otras ciencias, sin duda es gracias a la antropología, que en si misma es una demostración de poder, por sus infinitas variables desde la misma emersión del hombre, en calidad de ciencia reconstructora desde su estreno entre las demás: su peso, plastica y ejecutoria dentro de la esfera de la teoría social. Una epistemología garante de las naciones americanas de diversidad demográfica, étnica, lingüística y cultural. Su comportamiento no es impersonal o frívolo; mas bien, es un sistema de búsqueda y explicación cálido, de alta temperatura de la realidad; encierra ámbitos y controversia, edita y reedita nuestro cuerpo de ideas, dogmas; recompone leyes; erige y derriba universales o los reubica, elevándolos nuevamente en el espacio soberano de los pueblos…
a este respecto consúltese el redefinicionismo p.42, tesis: la antropología, la ciencia de Guatemala
...nos pone a prueba, nos reta a conocer, a medir, a desentrañar nuestra particular realidad. Sobre este pormenor ha habido pereza; a causa de la modorra, enseñorea un vicio de aceptar lo impuesto, de la inacción al marasmo; nula la hombría de los que no se atreven a lo excelso, huir de la ociosa comodidad para cuestionar o cuestionarse: lasos, para reiniciar antiguas contiendas, habituales en nuestros antepasados. Para comenzar, basta recordarles un mínimo, pero altamente básico: no se ve el esfuerzo de 500 años para acá en cambiar el peregrino paquete de absurda toponimia que “saltó de la manga” de los “conquistadores”. Dé qué han servido, cuál es el aporte o mejor preguntar ¿dónde estuvieron o están hoy los antropólogos? ni hablar de los otros "ologos" en las ciencias sociales; empero, si recalcar, que en este campo es tarea del antropólogo orientar, cumplir ese papel de instructor, como corresponde, dada la antropología la omnisciencia.
Un paquete forastero, intruso e inoperante que suplanta el que corresponde en “ciencia local”, que por cierto verdaderamente identifica, que puede sacarnos de ese falaz sofá donde seguimos ociosos y con sordera oyendo gentilicios de vergüenza. En la investigación que presentamos, hemos contribuido con un “granito” de arena; examinando el panorama, nos hemos incorporado para levantar la geonomía. Maya, Guatemaya e Iximulev, devolviendo a cada uno de nosotros, ecuánimemente, la teoría de respeto: fundamento, principio o explicación previa de un sistema de cognisciones* en cualquier materia.
El nombre, virtual y materialmente define el cosmos que trasciende la topografía: nuestro “mundo cercano”, la tierra donde nos hemos desarrollado desde la infancia. La conquista operó una dimensión sin tiempo, la verdad fue quimera que trastocó la pureza maya en engañifa infiltrándose tramposas y lacayas voces, de alguna manera anónimas o proscritas, que se introdujeron al territorio sin que se pudiese rechazar en ese instante. Los idiomas derivados del protomaya, son la verdad semántica, grafía que da identidad con propiedad lingüística, de cepa originaria, la cual debe emerger sobre la caterva de motes, impropiedades que enajenaron suplantando los nombres de la geografía, en muchas de las toponimias, no todos pero si la mayoría de los gentilicios; también otros que terminan en “teco”: altisonantes y bastardos... de vuelta a nuestros nombres, de regreso a los antiguos y legítimos geonímicos que han de ser hoy y para la posteridad.
Contexto local o nacional*
Si hay una plusvalía de las otras ciencias, sin duda es gracias a la antropología, que en si misma es una demostración de poder, por sus infinitas variables desde la misma emersión del hombre, en calidad de ciencia reconstructora desde su estreno entre las demás: su peso, plastica y ejecutoria dentro de la esfera de la teoría social. Una epistemología garante de las naciones americanas de diversidad demográfica, étnica, lingüística y cultural. Su comportamiento no es impersonal o frívolo; mas bien, es un sistema de búsqueda y explicación cálido, de alta temperatura de la realidad; encierra ámbitos y controversia, edita y reedita nuestro cuerpo de ideas, dogmas; recompone leyes; erige y derriba universales o los reubica, elevándolos nuevamente en el espacio soberano de los pueblos…
a este respecto consúltese el redefinicionismo p.42, tesis: la antropología, la ciencia de Guatemala
...nos pone a prueba, nos reta a conocer, a medir, a desentrañar nuestra particular realidad. Sobre este pormenor ha habido pereza; a causa de la modorra, enseñorea un vicio de aceptar lo impuesto, de la inacción al marasmo; nula la hombría de los que no se atreven a lo excelso, huir de la ociosa comodidad para cuestionar o cuestionarse: lasos, para reiniciar antiguas contiendas, habituales en nuestros antepasados. Para comenzar, basta recordarles un mínimo, pero altamente básico: no se ve el esfuerzo de 500 años para acá en cambiar el peregrino paquete de absurda toponimia que “saltó de la manga” de los “conquistadores”. Dé qué han servido, cuál es el aporte o mejor preguntar ¿dónde estuvieron o están hoy los antropólogos? ni hablar de los otros "ologos" en las ciencias sociales; empero, si recalcar, que en este campo es tarea del antropólogo orientar, cumplir ese papel de instructor, como corresponde, dada la antropología la omnisciencia.
Un paquete forastero, intruso e inoperante que suplanta el que corresponde en “ciencia local”, que por cierto verdaderamente identifica, que puede sacarnos de ese falaz sofá donde seguimos ociosos y con sordera oyendo gentilicios de vergüenza. En la investigación que presentamos, hemos contribuido con un “granito” de arena; examinando el panorama, nos hemos incorporado para levantar la geonomía. Maya, Guatemaya e Iximulev, devolviendo a cada uno de nosotros, ecuánimemente, la teoría de respeto: fundamento, principio o explicación previa de un sistema de cognisciones* en cualquier materia.
El nombre, virtual y materialmente define el cosmos que trasciende la topografía: nuestro “mundo cercano”, la tierra donde nos hemos desarrollado desde la infancia. La conquista operó una dimensión sin tiempo, la verdad fue quimera que trastocó la pureza maya en engañifa infiltrándose tramposas y lacayas voces, de alguna manera anónimas o proscritas, que se introdujeron al territorio sin que se pudiese rechazar en ese instante. Los idiomas derivados del protomaya, son la verdad semántica, grafía que da identidad con propiedad lingüística, de cepa originaria, la cual debe emerger sobre la caterva de motes, impropiedades que enajenaron suplantando los nombres de la geografía, en muchas de las toponimias, no todos pero si la mayoría de los gentilicios; también otros que terminan en “teco”: altisonantes y bastardos... de vuelta a nuestros nombres, de regreso a los antiguos y legítimos geonímicos que han de ser hoy y para la posteridad.
*desinencia del verbo cognoscer
*Lo que se lee en estos párrafos puede alimentarse en las relaciones contenidas en el redefinicionismo.
Sección complementaria (p42) del marco teórico de la tesis "la
antropología la ciencia de Guatemala". Allí hay explicaciones sencillas.
Aunque breve, es un mínimo aporte que suple en calidad de herramienta
de análisis y revisión a la altura de
nuestro tiempo; interesante a estudiantes, docencia u otros sectores de la
intelectualidad.
°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°
Sin
los recursos culturales qué sería de los pueblos del mundo. Hay fuerzas
latentes, detrás de todo. El mundo físico tiene ”aura”, es una membrana
magnética con el papel defensivo de escudo que le proporciona
protección de las tormentas solares. Similares, estas fuerzas aunque
inexplicables, también son “magnéticas” porque juegan el papel de
corazas defensoras, mantienen las estructuras sociales a salvo del óxido
derruyente, mientras al mismo tiempo trabajan de alguna manera con
efecto decisivo para fortalecerlas, mantenerlas, se correspondan y
traduzcan para lo que fueron creadas. Comprender las fuerzas culturales,
comprender estos “recursos” es un arte. El científico social en cierne,
el “nuevo” de recién ingreso en la universidad supera un complejo de
materias en ciclos de cierta duración, junto con un lote de prácticas
del “campo”, en una temporada de etnografía que lo afecta en términos de
dialéctica, específicamente en la espiral teoría-praxis,
constituyéndolo en la senda de aplicación de la ciencia.
...si al final de los tiempos no nos queda
nada... la herencia detrás de nosotros la hizo vana el cataclismo... evaporadas
nuestra lecciones tecnológicas, derrumbadas nuestras anteriores
civilizaciones... lejos... allende el pasado la voz de nuestros ancestros,
hundida en el silencio del vacío... muertas todas nuestras esperanzas,
entonces dominará la cultura: los códigos colectivos transgeneracionales...
entonces... las pequeñas naciones multiculturales por idios y por ancestro emergerán las nuevas potencias.
II. evolución
enfoque
presencia de "homo"
homo neanderthalensis
En
los 60 se estudiaban "grosso modo", las distintas etapas evolutivas del
hombre; todo lo que encerraba aquellas peripecias del desarrollo en las
sabanas, la bipedestación que lo distinguía de sus primos más cercanos
dentro del Orden (primates). En los 80, los estudios de la evolución
adquirían la ponderación justa, lo cual, no gozaba en las postrimerías
del siglo XIX. En su momento, algunos círculos académicos, incluso de
ciencia y erudición, acostumbraron hacer burla de dicha teoría, que se
comportaba como el magma que pugna por embestir todo a su paso. La
teoría de la evolución tuvo renuentes adversarios "decimonónicos" e
incluso a principio del recién pasado siglo XX. La V dental de la
victoria de esta corriente contagia esferas sin límite, se rinden a su
paso bloques de pensamiento y viejas concepciones mecanicistas se
enderezan en un nuevo horizonte; de igual manera se recrea sobre la
misma teoría de la evolución, confirmándola y consolidándola mediante
estudios después.
Los homínidos emergieron alrededor de 7 millones de años. Fueron nuestros ancestros, precursores de nuestros orígenes, puente o eslabón desde antes de la emergencia de los australopitecinos hasta la forma que tenemos hoy, pasando por los subsiguientes antecesores de "homo" que vinieron después. Siendo identificada dicha etapa "homo erectus" popular, formal asignatura para los estudiantes, materia escolar. Etapa, con las distintas variaciones que dio lugar después a nuestros antepasados más cercanos. entre ellos, aquél que nos interesó cuando éramos estudiantes de "primer ingreso", tanto por los enigmas teóricos que derivó... nos referimos al famoso "hombre de neanderthal", "homo neanderthalensis". Un espécimen entre nuestra gran familia "homo", desterrado una y otra vez por los científicos en cada época.
A principio del pasado siglo, había reluctancia a aceptar esta variación, rama ancestral nuestra. Vimos, consentimos y creímos en la posibilidad, que muchos europeos heredaran parte de la genética. Que El, hubiese sorteado la espesa capa del hombre moderno (homo sapiens sapiens) en un híbrido consumado al final. Ciento por ciento respetable es el hecho, que dicha ancestralidad es el puente que rebasa unos 40,000 años aproximadamente, lo cual podría creerse un período suficiente para que desapareciese todo indicio, pero es lo contrario con toda probabilidad, tal que con el tiempo, el trabajo de la ciencia podría saltar con agradables sorpresas.
Hemos evolucionado en deuda, arrastramos colaterales que a la postre no hubiésemos deseado. Atrás, quisimos estimar al "antepasado", considerar su anterior y pretérito tránsito, pionero de la humanidad al fin, en esta hora no nos queda sino revalidar en esta sintaxis: respeto al ancestro, respeto del ancestro, respeto a nuestros ancestros o antepasados.
La evolución no se detiene. El universo evoluciona, aunque con determinados "saltos", no se aparta de su ruta, mostrado en cataclismos galácticos, obedeciendo las mismas reglas físicas de la evolución. Los planetas explotan por dentro, se rehacen a través de procesos físico-químicos; vuelven a "vivir" diversos períodos, una y otra vez. El hombre ha sido producto de estadios evolutivos que lo generaron, regeneraron y a la vez, degeneraron pudiendo estar en la etapa final de extinción total.
Se ha gastado u oxidado el hombre. Pudiera la humanidad sufrir auto-exterminio, obedeciendo leyes de la evolución para "regenerarse", dando paso a una nueva especie, forma de vida o por qué no, una humanidad nueva… no es nada extraño. La humanidad forma parte del universo; está expuesta a las mismas leyes universales-evolutivas. Igual que la tierra se conmociona en su interior, arrastrada por efectos de sí misma, de su misma composición.
El hombre, desde que emerge en el pleistoceno, es la prueba; no puede frenar su evolución. En un momento alumbró la protocultura: gesta primaria que nos dio, aunque mortecina, la luz inicial... después ¿...devino la cultura para bien o para mal...? está expuesto a los estadios dichos de generación, regeneración con lo cual evoluciona a una especie mejor. Con la etapa de degeneración, degenera o auto-destruye. Su destrucción o extinción da lugar a un nuevo ciclo evolutivo de aproximadamente tres mil millones de años, a partir de la molécula inicial o... un poco después.
Emergencia del mito
Con el hombre de neanderthal tenemos los primeros barruntos de mentalidad abstracta, en finas e imperceptibles chispas de primitiva intuición sobre la realidad; fenómeno que en todos los tiempos no pudimos interpretar, observándola con asombro, admiración desde que fuimos los primeros "hombres" de las cavernas, situación o circunstancia que tarde o temprano abre nuestro
crecimiento mental, gradual hasta los más avanzados
estadios, deviniendo un conjunto complejo de cosas por extraordinarias e
inexplicables, que un día tuvimos que denominar mitología. A la
manera de un saber primigenio sin el cual tal vez no hubiesen emergido
otros tipos de pensamiento y conocimiento, reviste la manera de
"condensado" criptográfico por descifrar, en trozos densos, transmitido
por generaciones.
Sin el mito y sin el rito a las culturas faltaría el oxigeno que da el hálito de vida. Detrás de la cultura hay fuerzas actuando, pero, no a la manera de un “cancel” que divide recámaras en una vivienda, simplemente. Dichas fuerzas, conforman una recia columna, invisible, que sustenta y sostiene, permitiendo en el tiempo que se mantengan estructuras, gracias a las cuales incondicionalmente gozamos de humanidad, de tangibilidad y realidad garantizándonos los verbos ser y estar, la comprensión de nuestra existencia, consecuentemente haciéndola menos aciaga, vana e incierta. Lo experimentamos hasta en el acto trivial de caminar. A cada paso nos acompaña un “universo”: sentido, presentido; nos permite disponer de nuestro cosmos individual, no es casual que los filósofos, llamaran al hombre el microcosmos.
Sin el mito y sin el rito a las culturas faltaría el oxigeno que da el hálito de vida. Detrás de la cultura hay fuerzas actuando, pero, no a la manera de un “cancel” que divide recámaras en una vivienda, simplemente. Dichas fuerzas, conforman una recia columna, invisible, que sustenta y sostiene, permitiendo en el tiempo que se mantengan estructuras, gracias a las cuales incondicionalmente gozamos de humanidad, de tangibilidad y realidad garantizándonos los verbos ser y estar, la comprensión de nuestra existencia, consecuentemente haciéndola menos aciaga, vana e incierta. Lo experimentamos hasta en el acto trivial de caminar. A cada paso nos acompaña un “universo”: sentido, presentido; nos permite disponer de nuestro cosmos individual, no es casual que los filósofos, llamaran al hombre el microcosmos.
Como un nudo de amarre, siendo como es la ciencia que define y explica la cultura, la antropología ata
los cabos de conocimiento útiles en torno a aquélla, con el fin de
resolver los grandes enigmas yacentes en la realidad, antes que material
nuestra realidad por todo concepto y veracidad es cultural.
Es por ello que en el reconocimiento de los sitios arqueológicos, la antropología parte de los estudios de la cosmovisión de las diferentes etnias del mundo, en este caso local de las etnias maya, mestiza y cuando es el caso, de las minoritarias etnias xinca y garífuna. Respaldo de ello es que la misma cosmovisión de los antiguos es heredada, puesta a girar en el tiempo por la rueda generacional y es comprendida por la ciencia. Lo que supusieron las estructuras es supuesto ahora por los descendientes: para lo que fueron creadas, con una diversidad de estilo, tipo, modo y muchas veces una determinada área puede no tener reminiscencia arquitectónica, poco o ningún vestigio estructural, sin embargo es reconocida por la deuda generacional que es pagada en este caso por la tradición oral, depositaria la memoria colectiva como ente transmisor, difusor, preservador, traductor, interlocutor, exégeta, reproductivo y explicativo a las nuevas generaciones.
Es por ello que en el reconocimiento de los sitios arqueológicos, la antropología parte de los estudios de la cosmovisión de las diferentes etnias del mundo, en este caso local de las etnias maya, mestiza y cuando es el caso, de las minoritarias etnias xinca y garífuna. Respaldo de ello es que la misma cosmovisión de los antiguos es heredada, puesta a girar en el tiempo por la rueda generacional y es comprendida por la ciencia. Lo que supusieron las estructuras es supuesto ahora por los descendientes: para lo que fueron creadas, con una diversidad de estilo, tipo, modo y muchas veces una determinada área puede no tener reminiscencia arquitectónica, poco o ningún vestigio estructural, sin embargo es reconocida por la deuda generacional que es pagada en este caso por la tradición oral, depositaria la memoria colectiva como ente transmisor, difusor, preservador, traductor, interlocutor, exégeta, reproductivo y explicativo a las nuevas generaciones.
...a propósito... ¿y el humanismo?
A
propósito de Guatemaya dentro de América; es decir, en el continente
entero, sin distinción de lengua, credo o etnia hay una deuda desde 1992
a 500 años del "encuentro", sean los párrafos de revisión de nuestro
humanismo del nuevo mundo, fondo conceptual, letra obligada de
reinterpretación en la antropología como piedra del pensamiento de los
pueblos americanos.
"...
ese hombre concebido en ultramar, al otro lado del océano, es base y
objeto de las ciencias sociales que con el tiempo logran su estabilidad
en la recién fundada facultad. La sección de historia, dentro de esa
facultad, en un momento se desprende y se conforma como la Escuela, que
en determinado estadio se consolida. Más adelante, a mediados de la
década del setenta y a la sombra de la Escuela de Historia, nace la
antropología, tejida con la herencia humanística sospechada, versión
clásica del viejo mundo y acto seguido, de acuerdo a esa base, tiene
asiento su programa de asignaturas, como carrera universitaria.
“Al inicio, la antropología careció de enfoque o si lo tuvo, fue sin concordancia con el ámbito guatemayense. Ello se reflejó desde el asiento de un currículo de cursos que debiese contener. Sentado tal programa de carrera sobre tal base provisoria, no tuvo el vigor para consolidarse, lo cual con el tiempo dio lugar a que no resistiera los esporádicos embates, de sus críticos que también esporádicamente aparecían. Su misma naturaleza, causó tarde o temprano su inestabilidad como aparato de concentración científico académica. Dicha naturaleza, que le hacía mostrar calidades muy supletorias, fue la que lo expuso al fuego de las revisiones que forzosamente tuvieron que llevarse a cabo.. de hecho aquellas bases provisorias, provocaron los fuegos revisionistas, que sin duda una programática apuntalada de una fiel convergencia con el consabido disímil y pluralístico universo guatemalense hubiese, tal vez con alguna dificultad, podido sofocar”. (tesis: la antropología la ciencia de Guatemala..1999)
Las universidades locales
naturaleza, niveles y categorías
En qué se han convertido las universidades sin distinción. Localización discreta de su actual papel, calidad de enseñanza, proyección, cognisciones académicas y de contexto social, local y nacional.
¿No han existido las universidades...? casas magnas de rampa más no reales...
¿habrán universidades del todo? Si las hay ¿dónde están? O que se nos diga ¿qué son...?
Explicación
De pronto son ilusiones... hologramas que modernos solventes han disuelto... "casas magnas" fáciles blancos... trémulas y frágiles banderas rasgadas por el más mínimo y fatuo aspaviento de agónico zángano.
... la cálida pétrea argamasa con que fueron construidas, monolítica e irreversible ante ciclones, huracanes y vendavales....
...al final no son nada... mas que esa ilusión que no se va de nuestra mente, punto de egreso de docencia, decanos o rectores anodinos, peregrinos valiosos al fin, para que el ciclo (vicioso) se repita.